El general en retiro y ex jefe de la Dirección de Inteligencia del Ejército (DINE), Hernán Ramírez Rurange (74), se suicidó esta madrugada con su revólver calibre 32 mediante un disparo en su cabeza.
El militar no murió de inmediato, por lo que fue trasladado al Hospital Militar, donde a las 3:20 am falleció.
Fue este martes recién pasado cuando la Corte Suprema dictó sentencia definitiva en la investigación por los delitos de asociación ilícita, secuestro y homicidio del ex químico contra 14 personas, entre ellos figura Ramírez, quien debía presentarse estos días al penal Punta Peuco tras ser confirmada la condena de 20 años en su contra, por su responsabilidad en el secuestro del químico de la DINA, Eugenio Berríos Sagredo, ilícito ocurrido a partir de 1991.
Fuente: Emol, Poder Judicial de Chile
Memoria Viva
Eugenio Berríos Sagredo, fue un químico creador del proyecto “Andrea”. Fue agente de la DINA durante la dictadura. Fabricó gas sarín y otros venenos que se usaron en la guerra sucia. Ademas, fue colaborador de Michael Townley, ex agente de la CIA y la DINA.
En 1991, Alfredo Bañados citó a Berríos en el juicio por el asesinato de Orlando Letelier y la inteligencia militar chilena, preocupada por su locuacidad y afición al alcohol y las drogas, lo sacó del país armando una red de protección que lo llevó de Punta Arenas a Buenos Aires, en noviembre del mismo año, utilizando el documento del desaparecido Tulio Orellano Bravo.
Después se decidió sacarlo de Buenos Aires y los militares chilenos pidieron ayuda a sus homólogos uruguayos, especialmente al jefe de operaciones del Servicio de Inteligencia de Defensa, teniente coronel Tomás Casella, y en 1992 Berríos viajó a Uruguay, donde permaneció bajo vigilancia y protección. Por alguna razón especial en octubre de 1992 se convirtió en prisionero “especial” en una casa de la familia del capitán de inteligencia uruguaya Eduardo Radaelli, en Parque del Plata.
Escapó en noviembre de 1992 y pidió auxilio en una sede policial, donde denunció que Pinochet lo iba a matar. El escándalo fue mayúsculo, pero mucho más cuando el teniente coronel Casella y otros militares se lo llevaron.
Ya no se volvió a ver a Berríos hasta que en abril de 1995 su cuerpo, enterrado en la arena, fue encontrado en el balneario de El Pinar, Uruguay, con varios balazos a quemarropa y señales de tortura.
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