Mucho se ha especulado en los últimos años acerca de que viene una crisis energética y de que la sequía golpea fuertemente en nuestros ríos y embalses. No obstante, nadie hace referencia a que la mayor parte de nuestros recursos hídricos se encuentran cautivos y en unas muy pocas manos. Por lo tanto, no se pueden utilizar para paliar esa eventual crisis energética, privilegiándose el desarrollo de proyectos de alto impacto ambiental y no exentos de polémica, tales como Hidroaysén (Endesa y Colbún) y Alto Maipo (AES Gener).
Tal como consigna CIPER, en Chile, el Código de Aguas , cuerpo legal que regula el manejo de nuestras aguas continentales, se formuló en 1981 –y que sigue absolutamente vigente–, considera a las aguas como un bien social, pero también como un bien económico. Separa la propiedad del agua del dominio de la tierra y le transfiere la prerrogativa al Estado de que sea este quien concede los derechos de aprovechamiento de aguas a privados de forma gratuita y a perpetuidad, dando origen al mercado de las aguas.
Ese mismo cuerpo legal creó dos categorías de derechos de aprovechamiento de aguas: consuntivas y no consuntivas. La diferencia entre ambas radica en la obligatoriedad de devolver o no devolver un caudal al río. Hoy, el 90% de los derechos de aprovechamiento de aguas consuntivas (no devuelven un caudal al río) se encuentra en manos de empresas mineras y agroexportadoras, mientras que prácticamente el 100% de los derechos de aprovechamiento de aguas no consuntivos (devuelven un caudal al río) se encuentra en manos de transnacionales.
El problema radica en que para hablar de una crisis hídrica (esto haciendo referencia principalmente a la situación del Sistema Interconectado Central, SIC), tal como hoy se pregona, lo cual ha llevado a un reciente proyecto de interconexión con el Sistema Interconectado del Norte Grande (SING), primero que todo se deben haber agotado todas las instancias de utilización de estos recursos. No deja de llamar la atención de que en diversas oportunidades se hayan realizado racionamientos, cuando existen recursos hídricos en todas nuestras regiones, con los que cualquier país desarrollado soñaría y utilizaría mediante proyectos de energías renovables. Pero debido a lo anteriormente expuesto, dado que nuestra agua fue privatizada, estos derechos no son posibles de utilizar, ni tampoco esta tecnología ha podido ser puesta adecuadamente en marcha.
Ya vivimos la crisis del gas, en donde el país dispuso centrales que utilizaban ese recurso, con el que no contamos en forma suficiente, ante lo cual, se cometió el error de dejar a nuestro país dependiendo energéticamente de Argentina. Los derechos de agua cautivos no fueron nunca tema para nuestros ministros y expertos.
Por citar un ejemplo, analicemos el Complejo Alto Cachapoal, construido y operado por la empresa Pacific Hydro. Consiste en un grupo pequeño de centrales ubicadas “en cascada”, en el cauce del Río Cachapoal, a unos 32 km al Este de Rancagua, en la VI región. Si bien este grupo de centrales posee una ocupación de terrenos y un impacto geográfico inmensamente menor a una central de embalse como Ralco o Rapel, en conjunto presentan una potencia instalada proyectada que supera los 500 MW, lo cual incluso supera ampliamente la potencia instalada de la Central Rapel (380 MW de potencia instalada), cuyo impacto ambiental y visual es ampliamente conocido.
Central Chacayes, Complejo Alto Cachapoal.
Solo la Central Chacayes posee una potencia instalada de 111 MW, lo cual habla bastante bien de la proyección de este complejo, el cual es replicable aguas arriba y aguas abajo en el mismo río Cachapoal o es más, a lo largo de todos nuestros ríos con el previo estudio de impacto ambiental, con lo que tendríamos en cuanto a potencia instalada todos los Hidroaysenes (2750 MW) que queramos.
Es en mi opinión, sin duda una gran oportunidad de cerrar conjuntamente con el desarrollo de nuevos proyectos, definitivamente la puerta a la ya vieja teleserie de la Energía, en donde la crisis hídrica aparece como la primera causal de aumento de precios y de problema de desarrollo de proyectos tanto inmobiliarios como industriales. El desarrollo del país no puede estar estancado por un tema del que no se habla en los Simposios y Congresos de Energía, ni tampoco es tema en los medios tradicionales. Es el país el que necesita desarrollarse y disminuir de una vez los altos precios de la electricidad, que impactan los bolsillos de todos nuestros ciudadanos y para ello no es posible que un recurso vital, que es también un derecho, se haya convertido en un bien económico, cuyo mal manejo además como se aprecia, pone en riesgo a su propia población.
Esto es un verdadero autogol que se ha hecho el país para favorecer intereses privados, en concomitancia con los medios tradicionales, los cuales solo informan de que una crisis energética se viene, sin ahondar en los reales motivos que llevan al país a esta situación. Y sin dejar de destacar que la recuperación de estos derechos de agua viene de la mano con una gran oportunidad de desarrollo para Chile. Queda absolutamente claro lo que nos perdemos en medio de esta vorágine.
Central Pangal, Complejo Alto Cachapoal.
No es ningún misterio entonces que existen en nuestro país recursos desaprovechados y que se encuentran impedidos de uso por la entrega realizada A PERPETUIDAD de nuestros derechos de agua en unas pocas manos, circunstancia en la que no son ningún aporte para que el país pueda no solamente contar con la energía que necesita, sino además disminuir los precios asociados.
El hecho de aumentar la oferta mediante la entrada de nuevos actores al mercado, utilizando los recursos cautivos, ayudaría significativamente a generar empleos de calidad, aumentar la cantidad de personas con mejores oportunidades de desarrollo gracias a planes de capacitación y al mismo tiempo, a mitigar esta situación repetitiva y cansadora para todos los gobiernos de turno desde que se instauró la legislación vigente sobre este tema.
Quedará en manos de nuestras autoridades la opción de seguir avalando este oscuro panorama y, o bien seguir comunicando al país que vienen crisis energéticas y que se deben hacer racionamientos, o definitivamente tomar las riendas del asunto como corresponde y permitir que Chile pueda realmente ser un líder en el desarrollo de Energías Renovables No Convencionales, dado que potencial tiene de sobra.
Y la solución debe comenzar por reformular el Código de Aguas, avalado también por la propia Constitución. Si se quiere llegar algún día a condiciones cercanas al desarrollo, este tipo de malas prácticas que hacen daño al país, sib duda que no pueden continuar. Nuestro sistema eléctrico actualm además de débil e inseguro, es tecnológicamente restrictivo, dado que su legislación no favorece en ningún caso la diversificación de la matriz energética.
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